A los ojos de las demás chicas, ellas parecían más maduras, con sus maquillajes, tacones y minifaldas. Tú, en cambio, siempre al natural, correteando alegremente por la playa con tu vestido largo.
Nunca podré olvidar tu sonrisa; esos pequeños dientes ligeramente separados el uno del otro que te hacen tan perfectamente imperfecta. Con esos labios tan sexys y provocativos, siempre brillantes por la sal que se te pegaba a los labios y tú relamías.
Esos ojos.. ¡Oh, sus ojos! Son la cosa más bella que jamás hubiera podido observar. En tu carita redonda, de niña buena, esos dos luceros brillantes, siempre marcando hacia el horizonte, como si nunca hubieran dejado huella en tu pasado o en el corazón de los demás. Con tus pestañas, tus párpados, y tus ojos, tus ojos en sí. Negros. Son negros, pero aún así, yo sé que iluminarán más que cualquiera. Sé que transmiten más que ninguno, que allí dentro, de tus ojos cabría todo un universo de lo grandes que eran.
Tu piel, aterciopelada; tus curvas..¿tus curvas? tan perfectamente alineadas en tu cuerpo, como si alguien se hubiera molestado en estar horas y horas pensando cómo serían.
Tu pelo largo, sensual, ondulado. Siempre suave y sedoso a la hora de acariciar, con esos mechones perfectamente colocados en tu melena que a veces se te cuelan en tu cara para darte un aire más atractivo y juguetón.
Y me encanta, toda tú.
Me gusta cómo te muerdes el labio inferior cada vez que te equivocas, cómo abres los ojos cuando te sorprendes, cómo te colocas el pelo por detrás de las orejas.
Me gusta la forma en la que vistes, siempre con vestidos sin mangas, cortos, y largos; con sandalias o descalza. Desde que te ví, es que no pude pensar en nada más que no fuese en tu cara, en tu sonrisa, en tus ojos, en tus curvas.
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